Ne-waza en la infancia: Enseñar judo en el suelo desde una perspectiva pedagógica

Las técnicas de suelo, conocidas como ne-waza, forman parte esencial del repertorio técnico del judo y ofrecen un campo especialmente apropiado para el aprendizaje motor, el desarrollo de la atención y la interiorización de valores como la paciencia y la estrategia. En la etapa infantil (5 a 12 años), el trabajo en suelo no solo favorece la seguridad física del alumnado, sino que facilita el aprendizaje por su proximidad al suelo, su carácter lúdico y la variedad de situaciones motrices que ofrece.
El ne-waza como entorno seguro y estimulante
Una de las ventajas principales del trabajo en suelo en edades tempranas es la reducción del riesgo de caídas desde gran altura, lo que tranquiliza tanto a los niños como a sus familias. Así pues, las técnicas de osaekomi-waza (inmovilizaciones) y tate-shiho-gatame (control de cuatro puntos) pueden enseñarse de manera segura desde edades muy tempranas, siempre que se adapten los tiempos y se utilicen juegos como forma de introducción.
En estas edades, es clave el uso de progresiones y tareas simplificadas que fomenten la exploración, el contacto y la comprensión espacial. Por ejemplo, enseñar a reconocer el control del cuerpo del otro, practicar cómo girar en el suelo o buscar la salida de una posición, permite trabajar el pensamiento táctico sin necesidad de instrucción verbal compleja.
Propuesta metodológica y actividades
El uso de juegos de lucha por parejas, ejercicios de cambio de roles y retos cooperativos son especialmente efectivos en el ne-waza infantil. Cabe destacar la importancia de la autoevaluación y la resolución de tareas motoras en el desarrollo de la autonomía del niño durante estas situaciones.
Entre las actividades recomendadas:
- Juegos como «el pulpo», donde un niño intenta mantener al otro boca arriba durante 5 segundos.
- «Atrapa y escapa», en el que un niño debe mantener un control suave sin usar fuerza.
- Mini-randoris en suelo con reglas claras, tiempo breve (30-60 s), y sin vencedores explícitos.
Estas propuestas fomentan el desarrollo de la coordinación, la conciencia corporal y la atención sostenida. Vemos, por ejemplo, como los juegos cooperativos en suelo incrementan el nivel de satisfacción y de motivación intrínseca del alumnado.
Consideraciones pedagógicas clave
El papel del profesor debe ser de guía y facilitador. No se trata solo de enseñar técnicas, sino de generar escenarios donde los niños descubran las respuestas motrices. Iniciar siempre desde el juego, e ir incluyendo variantes técnicas de forma natural es una de las estrategias más efectivas.
El ne-waza también permite trabajar valores fundamentales del judo como el respeto (evitando usar la fuerza desmedida), la ayuda mutua (cuando se enseña en parejas con diferente nivel), y la perseverancia (cuando se enfrentan a retos de escape o control).